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Dicta 'fantasma perverso' cuentos a Enrique Serna

Enrique Serna los llama, de entrada, "cuentos crueles"

Reforma

Francisco Morales V. / Reforma

lunes, 12 septiembre 2022 | 20:40

Ciudad de México.- Enrique Serna los llama, de entrada, "cuentos crueles", y así lo sugiere, de alguna forma, la pintura que funge como portada de su nuevo libro, donde un fantasma de oscuras intenciones visita en su cuarto, en calidad de confidente e instigador, a un hombre que lo escucha atento.

Si no se consulta la referencia, que indica que se trata de una obra macabra de Josef Mandl (1874-1933), bien podría pensarse que ese hombre es el propio Serna, cuyo parecido con el modelo que usó el pintor checo en el siglo 19 es asombroso.

"Parece, en este caso, que es un fantasma que me está recitando ideas perversas al oído", celebra el escritor, quien sugirió usar esa pintura como portada, todavía divertido con el hallazgo de su döppelganger, su doble espectral, que le presentó un lector hace unos años.

Los siete relatos que conforman el libro Lealtad al fantasma (Alfaguara) quedan así bien representados, pues todos hablan sobre la pérdida de voluntad, del libre albedrío, que una persona experimenta ante una situación extraordinaria en su vida.

Ahí está, por ejemplo, el caso del parco y timorato profesor de historia Fidel Ramírez, quien ve su vida completamente trastocada ante los que -considera- son avances sexuales por parte de una de sus alumnas en una preparatoria privada del sur de la Ciudad de México.

O, también, en el otro extremo, el caso del junkie millonario Jean-Marie, quien recibe la visita de un fantasma en medio de una orgía clandestina en un suburbio proletario de París.

"Yo quise hacer una analogía entre lo que es el arrebato pasional, en donde una persona ya perdió el control de sus actos, porque una fuerza irresistible, en este caso la atracción erótica, te lleva a cometer locuras y a perder la estabilidad", pondera.

"Pero también llevar eso al terreno de las fuerzas sobrenaturales, que a veces toman las riendas del destino de un personaje, que lo llevan incluso a dudar de su propia existencia", abunda.

Concibe cuentos crueles contra el sentimentalismo

 Las vidas de todos los personajes, sea por un inesperado lance erótico irresistible, o por el roce con lo sobrenatural, quedan absolutamente echadas por tierra ante la aparición de estos fantasmas a los que le deben una lealtad indecible.

Luego de su exitosa novela histórica El vendedor de silencio (Alfaguara, 2019), Enrique Serna vuelve al género que lo vio nacer como autor y a la elección del cuento cruel, o de humor negro, que ha hecho su sello.

"Es el género con el que yo me inicié cuando era muy chavo, escribiendo cuentos fantásticos, inspirado en mis autores de cabecera que eran Edgar Allan Poe, (H.P.) Lovecraft, H.G. Wells, y más adelante, ya como veinteañero, cambié hacia el cuento cruel, que es un cuento que es como un balde de agua helada que se le arroja al sentimentalismo y a los valores éticos del melodrama", dice sobre su relación con la narración breve.

En uno de los relatos del libro, que funge como una suerte de síntesis entre ambas vetas cuentísticas, al protagonista le es revelado que su existencia depende de un escritor que está ponderando qué final, por demás terrible, le otorgará a la vida de su personaje.

Así es como el propio Serna trata a sus personajes en Lealtad al fantasma.

"Son cuentos crueles, o cuentos de humor negro porque, a pesar de que yo trato de lograr una compenetración emocional con mis personajes, también hay un distanciamiento irónico que muestra su lado ridículo o grotesco", explica.

Serna, sin miedo a la polémica

La ridiculez se expresa, de forma punzante, en tres cuentos que su autor describe como "pesadillas donjuanescas".

Además del caso del profesor de historia, está el del jurista Samuel Ibarra, ombudsman durante el sexenio de Vicente Fox, quien ve derrumbados sus supuestos principios morales como hombre de familia y defensor social ante la aparición de un amor juvenil.

También el de Felipe, un vendedor de bienes raíces, adúltero serial con un método preciso y una agenda retacada, que pierde su libido después de un contratiempo de salud.

"Lo que yo quise hacer es una crítica, o autocrítica, de la masculinidad, algo que ya había hecho en mi novela La sangre erguida (2010), pero que ahora, ya con más años, creo que entiendo mejor nuestra ridícula vanagloria", explica el escritor.

Como en la historia del dilema del profesor Fidel Ramírez, que involucra la pedofilia, Serna no se arredra ante los temas que otros autores consideran inabordables en la literatura.

"Yo creo que lo mejor de la literatura universal se inscribe dentro de la incorrección política, de modo que si alguien quiere atenerse a los cánones de lo políticamente correcto, está condenado a escribir mala literatura", reflexiona.

"Por lo tanto, yo, en ese sentido, nunca me he autocensurado, porque además la literatura particulariza, ésta es la conducta de personajes bajo determinadas circunstancias, y la ideología generaliza, entonces uno no puede supeditar la literatura a la ideología; es un suicidio creativo", concluye.

Serna le es fiel a algunos de sus temas, como la crítica a la pedantería de la academia, como en el cuento de una pareja de investigadores, una doctora en letras clásicas y otro en filosofía, que recurren a la violencia emocional por el amor de un perrito que irrumpe en sus vidas.

También hinca el diente en la civilización del espectáculo, con la historia de una migrante de ascendencia mexicana con una obsesión criminal por una estrella pop.

El escritor deja un guiño de esperanza

Entre su galería de personajes que le muestran lealtad a su fantasma, destaca también la historia de Delfina, una "burguesa otoñal" que se enamora de un poeta proletario.

Serna, quien no concibe a personajes que viven en un limbo, sitúa esta historia durante la campaña presidencial y primeros meses de Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, como una muestra del ambiente de crispación política que impera en el País.

"Un momento de gran polarización política, donde la sociedad mexicana está dividida en bandos antagónicos", define.

"Eso repercute sobre la relación amorosa de estos personajes porque ninguna de los dos encaja en el ambiente del otro. No hay en ese cuento ninguna toma de partido mía, sino simplemente mostrar cómo ésta confrontación tan exagerada puede influir sobre la intimidad", expone.

Entre toda la crueldad que le susurró el espectro de la portada al oído, no obstante, el escritor todavía se da espacio para algo similar a la esperanza.

"Desde luego que hay esta discriminación, también un abismo en cuanto a las condiciones socioeconómicas de las clases sociales, pero yo creo que también el cuento plantea que hay también un cierto espíritu de fraternidad", dice sobre ese relato.

A pesar de ello, según pareciera apuntar el nuevo libro de Enrique Serna, todos recibimos la visita de un fantasma a la que le debemos, queramos o no, una cierta lealtad.

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 Enrique Serna (Ciudad de México, 1959)

 -Narrador y ensayista; estudió Letras Hispánicas en la UNAM.

 -Obtuvo los premios Mazatlán de Literatura por El seductor de la patria; el de Narrativa Colima por Ángeles del abismo; el Antonin Artaud por La sangre erguida y el Xavier Villaurrutia 2019 por El vendedor de silencio. También en 2019, la Feria Internacional del Libro de Yucatán lo galardonó con el Premio José Emilio Pacheco por su trayectoria.

 -Sus libros han sido traducidos al francés, italiano, alemán y portugués.