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Froilán Meza Rivera
viernes, 14 octubre 2022 | 06:29Madera.- En medio de la lluvia y la oscuridad, el chofer prefirió no detener la marcha del autobús, porque hay mucho peligro en esascurvas. “Y máxime, si detrás de esa mujer aparentemente inofensiva y mojada, se te puede aparecer toda una banda de malhechores y se te sube al camión”, pensó el conductor.
Pero nunca hubiera el chofer despreciado a la mujer que le hacía la parada, porque ella de todas maneras se subió al camión y se apareció en forma de fantasma en el asiento número tres, justo a un lado del desdeñoso chofer.
A éste se le pararon los pelos de la nuca, y se aferró al volante en un intento por no perder el control. Así se fue él, temeroso y miraba temeroso de vez en cuando hacia el fantasma de la mujer, como deseando que desapareciera.
¿Pedirle el importe del pasaje? ¿es broma? ¡ni loco!, dijo el individuo en retrospectiva, a una semana de ese suceso.
De todas maneras, la mujer, inexpresiva del todo, se desvaneció a los pocos kilómetros de esos parajes donde se había subido al autobús.
Los camiones Olvera, que se metían a los ranchos, llegaban a Gómez Farías por la vía corta a Madera, y agarraban camino por la desviación a la Concha, que es el entronque con la otra carretera, la Cuauhtémoc-Madera. Era en ese tramo, poco antes de la Concha, donde se aparecía la mujer y hacía la parada al camión.
Por lo regular, los choferes no hacían caso al fantasma que los requería a la orilla del camino. Dicen que era una señora de aspecto normal, y que no se sabe por qué sólo se aparecía en días lluviosos o cuando nevaba o había niebla.
“Como que era su ambiente, como que se hallaba más a gusto con el mal tiempo, no sé qué explicación se le pueda dar”, dijo el Chente, quien me contó esta historia, que es de los tiempos en que él trabajó en esa región como técnico agrícola, cuando el gobierno le inyectaba dinero a los programas de producción en el campo.
Pero ella ya sabía que nadie la levantaría, y de alguna manera, de esas maneras misteriosas que tienen los fantasmas, se las arreglaba para abordar el camión Olvera.
“Yo no sé por qué, pero ella sabía cuándo aparecerse, que era cuando el asiento tres no llevaba pasajero”.
La mujer fantasma del asiento tres se desvanecía, tan sólo ya no estaba, cuando el camión pasaba las últimas curvas hacia Madera, antes de pasar por el Presón de Golondrinas.
Cuentan esta leyenda en Gómez Farías, y la conocen también los choferes de todas las líneas de autobuses en Madera, y dicen que se trataba de una muchacha quien en vida era muy guapa, y que en una mañana de lluvia la violaron. Era un domingo, y la gente la vio ir al mercado, y más tarde la encontraron muerta y con señas de haber sido torturada.
Era su padre un leñador de mucha edad, y dicen que después de que él murió, tal vez de pena por la pérdida de su hija, ocurrida no mucho después de que hubiera muerto su esposa, la madre de la muchacha, los hermanos se mudaron a Ciudad Madera.
Y es que dicen que ella tenía muchas esperanzas en la vida, y que aunque murió, su espíritu no se daba cuenta, y no se dan cuenta de que nadie los ve, lo atribuyen a que la gente es cruel, pero llega un día en que se sientan a reflexionar y se les cae, como se dice, la venda de la cara, y es entonces que caen en la cuenta de que son muertos”.
Entonces, se van, y es el caso de la mujer que va a Madera y que aborda el camión antes de la Concha. Sus apariciones se fueron espaciando, hasta el día de hoy, cuando ya ninguno de los choferes de esa ruta ha reportado haberla visto. Dicen que ya descansa en paz.