Tenía 3 meses de embarazo, ahora el joven tiene una ligera esperanza de encontrar con vida a su madre y quizás a su hermano
Salud Ochoa/ El Diario
viernes, 18 diciembre 2020 | 10:50Chihuahua.- Aruky Villalpando tenía 10 años de edad cuando su madre –Lizeth Torres Vargas- fue secuestrada la mañana del 7 de julio de 2010. Treinta y cinco días más tarde, el 12 de agosto de ese mismo año, la Fiscalía le informó a la familia que había localizado el cuerpo sin vida de Lizeth y lo entregó como tal. Hoy, 123 meses después la misma Fiscalía le informó a Villalpando que el cuerpo que entregó hace una década no es el de su madre y que esta sigue en calidad de desaparecida porque hasta el momento no se tiene ningún rastro de ella, ningún indicio de su existencia excepto la tumba que lleva su nombre y donde Aruky –ahora de 20 añosha llorado la muerte materna todo este tiempo. Lloró / 2A
Entrevistado en el panteón municipal de Delicias, junto a la tumba donde el nombre de Felícitas Lizeth Torres Vargas yace sobre una lápida grisácea, el joven narra la historia de terror que tuvo que enfrentar tras el secuestro de su mamá siendo un niño, el proceso que llevó para poder superar lo ocurrido y el enojo y frustración que hoy siente por las lágrimas lloradas durante una década y sobre todo, por el tiempo perdido durante el cual podría haber buscado a Lizeth. Todo porque en aquel entonces –argumenta la Fiscalía- “no era común hacer pruebas de ADN”, a pesar de que hace más de treinta años que dichas pruebas se utilizan y que en Chihuahua, desde octubre de 2008 se emitió un decreto para regular la base de datos genéticos para el estado, cuyas observaciones indican: “Se expide con la finalidad de aportar una herramienta indispensable en la investigación de delitos, en materia forense y de derecho tanto penal como civil”. Pero además, la víctima cursaba un embarazo de 3 meses, mismo que pudo haberse detectado durante la necropsia, obligatoria en muertes violentas.
“Mi mamá desapareció el 7 de julio de 2010, salió en la mañana del rancho hacia el restaurant –que daba servicio 24 horas- para recoger el dinero de la venta. Una hora después nos avisan que había sido secuestrada. Se puso la denuncia y estuvimos un mes buscándola pero nunca tuvimos ningún dato y tampoco se pidió un rescate”, dice Aruky sereno a pesar de todo.
Un mes después, el 9 de agosto, la Fiscalía de Jiménez avisó a la familia que había encontrado un cuerpo que “parecía” la madre de Aruky por lo que era necesario que acudieran a identificarla. Dos hermanos de Lizeth acudieron al llamado y por algunas señas físicas, pequeñas y poco visibles debido a la gran cantidad de golpes y el proceso de putrefacción que el cadáver presentaba, dijeron que “era posible” que este correspondiera a la víctima de entonces 27 años. La Fiscalía entregó el cuerpo sin practicar ni una sola prueba. Bastó la duda de la familia desesperada por hallar a Lizeth.
“Entregaron el cadáver, se hizo el funeral, la enterramos y durante diez años hemos venido al panteón no solo el día de muertos, sino hasta cinco veces al año a poner flores en su tumba. Era mi madre, ¿Cómo no iba a venir?”, cuestiona el joven mientras limpia la lápida a donde el viento arrastra hojas y polvo. Polvo de indolencia, de impunidad y muerte.
En septiembre de 2019 la Fiscalía de Jiménez contactó a Aruky para decirle que requerían que se practicara una prueba de ADN aunque la dependencia nunca precisó el motivo, solo indicó que querían compararlo con el cuerpo de Lizeth. Él accedió, acudió a
Delicias a tomarse la muestra correspondiente y allí le indicaron que sería 5 meses después cuando tendrían el resultado. Sería por febrero o marzo de 2020.
Sin embargo, dicho resultado no llegó en el tiempo establecido. Fue hasta hace noviembre de 2020, un año y dos meses después de que se tomó la muestra, cuando la Fiscalía contactó de nuevo al joven para decirle que ya tenían el resultado y que tendrían que informárselo en persona.
“Quizá por lo del covid se retrasó el resultado. No sé. Fue hasta el mes pasado cuando la abogada de la Fiscalía de Jiménez me contacta de nuevo y me dice que ya tenía el resultado y que iba a ir a mi casa para darme la noticia. Llegó un miércoles por la mañana y nos dijo –a mi abuela y a mí- que el cuerpo no era de mi mamá sino de una trabajadora de Durango y que ya habían encontrado a sus familiares por lo que iban a hacer la exhumación del cuerpo para entregárselos. Que ya tienen la identidad y la familia de esa persona está pidiendo que se los entreguen”.
Con un dejo de frustración y molestia, Aruky habla de la revictimización de la que no solo él, sino el resto de su familia está siendo objeto ante el manejo oficial del caso.
“No es posible que de pronto te digan: “hola, este cuerpo no es de tu madre” cuando ya hubo un proceso, mucho dolor, cosas que nos costó mucho superar y ellos llegan 10 años después a hacer algo que se tuvo que haber hecho en su momento. Son 10 años perdidos en los que pude haber buscado a mi mamá. Hay mucha frustración, enojo y sentimientos encontrados porque, un pensamiento te lleva a
Exhumarán los restos para entregarlos a la verdadera familia
encontrados porque, un pensamiento te lleva a otro. A lo mejor está con vida, a lo mejor no, a lo mejor nunca la encuentro ni viva ni muerta. Son muchas cosas”, dice desalentado.
Después de informarle sobre el “error” en la identificación, la Fiscalía prometió abrir una nueva carpeta de investigación para buscar a Lizeth, cuyo estatus ahora es “viva pero desaparecida”. Hasta el cierre de la edición el joven no tenía aún la certeza de que esa carpeta se hubiese abierto.
“Me dijeron que el acta de defunción se cancelará y que ella aparecería en el sistema como desaparecida. Eso fue como la segunda semana de noviembre pero no veía que ellos hicieran nada por lo que hice una publicación en redes y al día siguiente me hablaron, me dijeron que abrirían la carpeta de investigación. Cuando acudí a Saucillo vi que tenían la publicación impresa, también me hablaron de Chihuahua de la Comisión Estatal de Atención a Víctimas para decirme que nos iban a devolver lo que habíamos pagado o darnos algún tipo de ayuda. Por ejemplo, se le colocó un vestido de mi mamá al cuerpo que nos entregaron y nos dijeron que lo podíamos poner en la lista de gastos para que nos devolvieran el dinero. Pero todo eso ocurrió después de hacerlo público”.
Ante las nuevas circunstancias que Aruky Villalpando y su familia enfrentan, el joven dice no saber qué es lo que sigue, qué viene ahora o qué hay que hacer para dar con el paradero de Lizeth. Las redes sociales es lo único que tiene a su alcance para buscar a su madre a quien por momentos, tiene esperanza de encontrar con vida pero en otros sabe que la posibilidad es pequeña.
“Solo queda seguir buscándola. Ahora tendré que utilizar mis medios, las redes es lo único que tengo para hacerlo público. Sí renace la esperanza de poder encontrarla viva pero otra parte de mi me dice que no alimente esa esperanza porque quizá no la encuentre nunca. Pero sí está allí la posibilidad de hallarla con vida”, dice.
La Fiscalía le dijo que personal de la Comisión Estatal de Búsqueda se comunicaría con él para iniciar un proceso y prometieron una cita durante la presente semana, sin embargo no le han vuelto a llamar.
La navidad está cerca, la apatía oficial y las vacaciones también.
“A la autoridad yo le diría que hay un error muy grande de su parte, quizá también de mis familiares que en su momento aceptaron así nada más el cuerpo; pero creo que este proceso que ahora hicieron se debió hacer hace 10 años. Les dije eso en la Fiscalía pero argumentaron que hace
10 años no trabajaban con el ADN. ¡Pero no hablamos de 40 años atrás, son diez! Hay errores compartidos tal vez pero ellos deben tener un protocolo para que no pase esto, que no es un juego o una situación fácil de procesar. Ocasionan mucho daño de muchas maneras, hay una negligencia muy grande”.
A pesar de todo lo ocurrido, como dijo antes, Aruky mantiene una esperanza, minúscula quizá, de volver a ver a Lizeth y tal vez, solo tal vez, al hermanito que en el momento del secuestro su madre llevaba en el vientre. Por eso lanza un mensaje al viento esperando que llegue hasta la mujer que le dio la vida.
“Cuando mi mamá fue secuestrada tenía 3 meses de embarazo y cabe la posibilidad de tener un hermanito o hermanita. A mi madre, si está viva, le diría que se comunique conmigo, que aquí la seguimos esperando, que la estoy buscando y si no puede salir de donde está, que la vamos a encontrar”, dice con lágrimas que no emergen porque son de esas cosas que se quedan en el bolsillo interno del alma donde se guarda el dolor por las pérdidas sin precio.