A 100 días del asesinato de los padres Javier Campos y Joaquín Mora
Manuel Quezada / El Diario
viernes, 30 septiembre 2022 | 19:02“Seguimos reclamando paz, justicia; queremos seguir haciendo posible el que su muerte no haya sido en vano, pero qué difícil seguir picando piedra, atravesar muros que no quieren derribarse, voluntades que no quieren ceder, estructuras que no se pueden mover y menos cambiar”, señaló el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González, a cien días de la muerte de los padres Javier Campos y Joaquín Mora, a manos de Joaquín Noriel Portillo, alias “El Chueco”.
En una reflexión intitulada “Homenaje al P.Gallo y P Joaquis a cien días de su entrega definitiva”, el obispo, añadió “pero, como lo repetimos una y otra vez .. ."habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una patria de amor y libertad" ...esta es nuestra confianza, es nuestra fe, es una de las razones para seguir trabajando con el corazón en la mano y su recuerdo en nuestra mente”.
Con referencia a los mencionados sacerdotes, señala que, son ya cien días que la muerte los separa, pero el recuerdo sigue vivo en el corazón de cada uno de los que los conocieron y trataron.
Señaló que los padre Javier Campos y Joaquín Mora, son para ellos el orgullo y la alegría de saber que hay un Dios que sigue vivo, que se preocupa por nosotros y que día con día los acompaña por estas veredas y caminos que muchas veces recorrieron con un bastón, morral, gorra o sombrero; respirando el aire fresco de los pinos y muchas veces el calor fuerte de los barrancos, sintiendo el polvo que se pegó al sudor de su frente, cuando cada uno de ustedes fue a llevar a Cristo a aquellos lugares donde más los necesitaron.
El obispo de la Tarahumara, señaló que es hermoso "un Cristo llevando a otro Cristo", ¡ésta es la tarea del cristiano! y con mucha más razón, la misión del sacerdote: ver en el hermano que sufre, el rostro del mismo Cristo que tiene hambre, sed, ansias de justicia, que añora la paz y quiere que sea una realidad ese amor que trataron de dar a manos llenas, de manera puntual y sencilla, hacerlo transparente y auténtico; otro Cristo en su persona con esa imagen de Buen Pastor que se preocupa por cada una de sus ovejas y es capaz de ir a donde sea a buscarla.
Reiteró que, son cien días que han pasado de la entrega definitiva de los sacerdotes, para los cuales han sido segundos en la eternidad, ya que, el tiempo y el espacio lo hacen los seres humanos, pero la eternidad es un presente en el amor que se experimenta y es una eternidad en gloria y recompensa.
Sin embargo, para los que quedamos vivos, asentó, es esperanza e ilusión, es seguir trabajando por conquistar ese día tan anhelado que los curas Campos y Mora lo consiguieron de un cuajo, lo arrebataron, porque así fueron llamados por el Dueño a quien siempre perteneció su vida.
Apuntó que son cien días ya, para hacer honor a su nombre, al igual que al de Pedro y Paúl, que fueron llamados por Dios el mismo día ... Para seguir su ejemplo y todas sus acciones que marcaron, el que sus nombres estén escritos en el Libro de la vida.
Seguimos reclamando paz, justicia; queremos seguir haciendo posible el que su muerte no haya sido en vano, pero qué difícil seguir picando piedra, atravesar muros que no quieren derribarse, voluntades que no quieren ceder, estructuras que no se pueden mover y menos cambiar, señaló.
El obispo de la Tarahumara apuntó que, están ciertos de que cualquier esfuerzo no será inútil, porque es como la semilla que no se ve, pero que puede crecer y dar fruto; esa es nuestra confianza y por eso a cien días de su separación, aquí estaremos y seguiremos adelante, mientras nos lo permita el Dios de la vida; aquel por el que ustedes se dieron, no solamente en cincuenta años como Sacerdotes. sino todo el tiempo de su vida.
Apuntó que la Iglesia peregrina sigue viva, hoy más que nunca y por eso se encomiendan a su intercesión, ya que quieren seguir entregándose al servicio a los demás, con la firme confianza de que se les hará justicia y que su sangre derramada seguirá siendo esperanza para todos aquellos que siguen siendo victimas de la explotación y de los deseos absurdos de quien quiere imponer su poder por la fuerza.
La Virgen de Guadalupe sigue siendo nuestro estandarte, nosotros sus hijos que queremos ser un orgullo para todos los que nos reconocemos verdaderamente mexicanos; con la fuerza y el coraje de cumplir fielmente el encargo de construir esa "Casita Sagrada· donde todos tenemos un lugar, donde podemos vernos y platicar como hermanos: en donde al calor del amor de la Madre nos sentimos seguros y en el abrazo nos sentimos contentos y orgullosos de ser hermanos, de pertenecer a
una misma familia: donde se comparte lo bueno y lo malo, las penas y esperanzas, la confusión y la
certeza de una fe que es a toda prueba.
Finalmente, apuntó que a cien días de la entrega definitiva de los curas, la Santísima Virgen Maria nos siga cubriendo con su manto y a ustedes les dé la vida eterna prometida por su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
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