Estudiante de Bachilleres reconoce al abusador del retrato hablado proporcionado por otra víctima; quiere denunciar y le dicen que no
Salud Ochoa/El Diario
jueves, 07 marzo 2019 | 12:06Chihuahua.- Al mediodía del miércoles 6 de marzo “Adriana” llegó a la ciudad deportiva, sobre la avenida Tecnológico, para tomar el autobús que la llevara a casa. Acababa de salir de clases del Bachilleres 8 ubicado a una cuadra de distancia.
De pronto, se dio cuenta que un hombre la miraba fijamente a cierta distancia sin disimulo alguno. Adriana lo reconoció. No solo era el mismo sujeto que la noche anterior la siguió cerca de su casa sino que además, sus características coinciden con las del retrato hablado proporcionado por otra joven, víctima de abuso sexual en julio de 2018.
Sin embargo, al acudir a la Fiscalía para denunciar al acosador, le dijeron que no era posible levantar una denuncia porque no había agresión de por medio. En pocas palabras, tendrían que haberla violado o asesinado para que se pudiera denunciar.
La joven estudiante narra que conforme transcurrían los minutos de espera en la parada de camión, la actitud lasciva del hombre se mantenía ocasionándole cierto nerviosismo, pero respiró tranquila al ver que el camión que esperaba estaba llegando. No obstante, al ponerse de pie para subir a la unidad, el tipo que no dejaba de mirarla también lo hizo y empezó a seguirla. El miedo se apoderó de ella y sus amigas, quienes de primera instancia evitaron que subiera.
“Íbamos a tomar el camión y él cuando vio que me iba a subir me empezó a seguir. Mis amigas me dijeron que no me fuera, ellas se dieron cuenta la manera en la que me veía y como no dejaba de hacerlo, me abrazaron con fuerza. Él se quedó mirando fijamente y dejaba pasar a todas las personas como para que yo me subiera y él ir detrás pero mis amigas reaccionaron y él se dio cuenta y tuvo que subirse al camión. Yo estaba muy nerviosa y me puse a llorar”, narra Adriana sentada junto a sus padres, ya en la sala de su casa.
El temor de la adolescente de 16 años, no obedecía únicamente a la mirada obscena y penetrante del acosador, sino al antecedente que ya existía. Y es que el día anterior, la noche del martes 5 de marzo, el mismo sujeto siguió a Adriana hasta una papelería cercana a su domicilio en el Centro de la ciudad e incluso ingresó al citado negocio sin intenciones claras de comprar algo.
“Me dio mucho miedo porque sí estaba aquí cerca de mi casa y me lo vuelvo a encontrar en la parada del camión, con la misma actitud, significa que sabía de mí o que ya había estado allí. En la papelería él no pidió nada, sólo estaba allí mirándome, luego buscó algo como para disimular y cuando le dijeron que no había se fue muy molesto”, dice.
Tras el incidente en la papelería, la joven regresó a casa y buscó en el Internet el retrato hablado que “Elizabeth” –víctima de abuso sexual– dio a conocer a través de El Diario y asegura que las características de su perseguidor coinciden.
“Ya había visto el retrato hablado días antes, y cuando vi al hombre que me seguía se me hizo parecido, por eso busqué la imagen de nuevo. Al verla otra vez constaté que es el mismo hombre del retrato hablado”, asegura la joven.
La denuncia y... la burocracia otra vez
Luego de lo ocurrido la tarde del miércoles, los padres de Adriana decidieron ir a la Fiscalía a interponer una denuncia, sin embargo, les dijeron que “como no le hizo nada, no puede denunciar”.
“Intentamos poner una denuncia en la Fiscalía y me dijeron que no podía denunciar porque no me hizo nada; nos enviaron al CEJUM y allí nos dijeron que tampoco procedía porque no me había agredido y que sólo atienden a víctimas. Sólo tomaron nuestros datos para tener un antecedente de que también las cosas pasan a mediodía. Indicaron que si queríamos podíamos ir a la municipal pero que igual no pasaría nada”.
Otra “opción” que le dieron a la familia en la instancia oficial, fue que llamaran al 911 pero, de acuerdo con Javier -padre de Adriana- luego de lo ocurrido en la deportiva su hija le avisó mediante un mensaje de Whatsapp por lo que él llamó de inmediato al número de emergencias donde después de varios intentos por comunicarse, sólo le dijeron que fuera a poner la denuncia. Adriana se topó de frente con el círculo vicioso del “no puedo, no quiero, no me toca o vaya a otro lado”.
“Desde que me llegó el mensaje estuve marcando al 911, tardaron mucho en responder. Finalmente, cuando me contestaron, dijeron que estaba la línea ocupada pero que había muchas emergencias y cuando comenté lo ocurrido solo me indicaron que fuera a poner la denuncia”.
Antes de acudir a la fiscalía, la madre de Adriana quiso corroborar con la propietaria de la papelería mencionada lo ocurrido la noche del martes, por lo que acudió con ella y le mostró el retrato hablado proporcionado por Elizabeth y la mujer, confirmó que ese era el hombre.
“Fui a la papelería y le pregunté a la señora. Ella dijo que sí es el mismo”.
De acuerdo con Adriana, el sujeto mide alrededor de 1.70 metros, es joven, delgado y de tez blanca.
“El miércoles traía una camisa blanca, chamarra negra y pantalón de mezclilla. Parece tener como 21 años y no parecía que anduviera tomado o drogado; parecía normal. Sólo se me quedaba viendo y sonreía”, explica frente a sus padres quienes aseguran que extremarán precauciones ya que, a pesar de que Adriana sólo viaja sola de la escuela a la casa, quieren prevenir cualquier posible ataque en contra de su hija.
Acosadores llegan hasta la puerta del Cobach 8
La situación alrededor del Bachilleres 8 y el área de la deportiva es difícil, asegura Adriana, ya que se han dado casos de hombres que llegan hasta la puerta de la escuela para “invitar” a las jovencitas a que se vayan con ellos.
“Hace poco había un hombre como de 35 años invitando a las compañeras a irse con él a tomar. Ese señor iba hasta la puerta del Cobach y allí esperaba a las muchachas”, dice la joven y asegura que tiene conocimiento de otros casos de acosadores.
“A una amiga la estuvieron siguiendo cuando salió del Oxxo; ella se dio cuenta, se devolvió como si se le hubiera olvidado algo y corrió. Entonces el hombre le dijo “¿para qué corres?”. Son muchas cosas las que las que pasan y la verdad es que sí tenemos miedo”, dice.