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Corredor Regina: sitiado por crimen

Proyectado como un Corredor Cultural, esta calle peatonal del Centro Histórico está convertida en zona de terror

Reforma

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domingo, 19 diciembre 2021 | 07:49

Proyectado como un Corredor Cultural, esta calle peatonal del Centro Histórico está convertida en zona de terror para los vecinos y visitantes por la violencia constante, chelerías irregulares, narcomenudeo y abandono.

Las denuncias que más se repiten, insistentemente, noche tras noche, en el chat de vecinos y locatarios de la zona de Vizcaínas y el Corredor Regina, en el Centro Histórico, son dos: golpizas y escándalos de madrugada.

"Por favor apoyo en los helados junto a la iglesia San Miguel Arcángel. Están golpeando a la gente", se lee, por ejemplo, en julio de este año.

"En San Jerónimo 56, aún con mesas afuera. Se están peleando en estos momentos", dice otra denuncia, al mes siguiente.

Y unos días después: "Buenas noches. Hay un pleito en Regina con Isabel la Católica". Y al fin de semana siguiente: "Buenas noches. ¿Pueden mandar una patrulla? Unas señoritas se están peleando".

Más abajo, en una fotografía borrosa, tomada con miedo, en septiembre, se aprecia una trifulca de una docena de hombres: "Estos pegándole a los clientes. Regina. Como siempre, los meseros en bola".

Y así lo mismo, prácticamente cada fin de semana.

En 110 capturas de pantalla, entre julio y noviembre, del grupo de Whatsapp "V7 Vizcaínas-Regina", creado por autoridades locales para los habitantes de la zona, ni un solo mes pasa sin que uno de los vecinos o comerciantes se encuentre con una golpiza a sus puertas. 

Se trata de un registro puntual, a detalle, de una zona que vive, a decir de quienes han pasado su vida entera ahí, en un estado de sitio permanente por el crimen organizado de la Ciudad, que ha encontrado un nicho en Regina e impone su ley con intimidación y violencia.

La proliferación en los últimos años de "chelerías" irregulares, que ronda las 35 en un radio menor a las 10 cuadras, acusan los habitantes del rumbo, ha traído consigo una oleada de violencia y el deterioro acelerado de sus condiciones de vida.

No obstante, quien los acuse de conservadores, o de moralinos, estaría en un error, pues hasta hace apenas unos años, la zona, anteriormente conocida como el "Corredor Cultural Regina", ya era famosa por su noche, también colmada de alcohol y fiesta, pero acompañada por un proyecto cultural abandonado prematuramente por las autoridades de la Ciudad.

"Pasamos de Corredor Cultural a Corredor Chelero", bromea, no sin cierta amargura, el dueño de uno de los comercios históricos de la zona.

"Antes ponían ferias de libro, ponían cine, ponían teatro aquí en el corredor. En Día de Muertos también se ponía muy padre este corredor, había concursos. Había plantas en las jardineras, cada estación del año cambiaban plantas; ahorita estaría lleno de nochebuenas, pero ya no han hecho nada de eso. Se perdió. Pusieron las chelerías y todo cambió completamente", añora.

Con la decisión de no preservar el proyecto cultural, iniciado hace 15 años por una colaboración entre el Fideicomiso del Centro Histórico y la Fundación Slim, los espacios para el arte y la integración vecinal -alrededor de 70 en su mejor momento, señala un gestor cultural de la zona- comenzaron a desfallecer hasta extinguirse casi por completo.

Su lugar, así como el de la mayoría de los comercios tradicionales de la zona, ha sido tomado por establecimientos, muchos de ellos irregulares, que cada fin de semana superan el horario límite para su cierre y que ignoran cualquier regulación de ruido.

"Cada establecimiento pone sus bocinas y su música, cada uno, la música que quiera y a todo volumen. ¿Qué respeto hay por el que habita la calle? ¿Para el que aquí vive día a día, el que tiene que dormir para ir a trabajar al otro día? ¿Cómo duerme? ¿Cómo se va a trabajar al otro día?", reclama una vecina de la zona que lleva ahí su vida entera, más de 70 años.

"Okey, usted me podrá decir: 'Sí, señora, pues usted ya es una persona mayor y no le gusta', pero somos muchas personas mayores y hay niños que van a la escuela. ¿Cuál es el respeto?", abunda.

No hay fin de semana en el que el chat de vecinos, que gestiona Krystian Méndez, Director Ejecutivo de Vinculación con Autoridades del Sector Académico, Social y Económico de la Autoridad del Centro Histórico, no reciba denuncias de madrugada por chelerías que, incluso con la cortina cerrada, continúan con la música a todo volumen.

"Por favor, en el bar de San Jerónimo 40 aún sigue la fiesta. No es justo", implora, por ejemplo, un mensaje del lunes 11 de octubre, a las 4:22 horas.

"Habrían de ver cómo amanecen las calles después de un viernes, o un sábado, porque yo creo que los baños no se dan abasto dentro de esos antros; yo no entiendo a Salubridad, de verdad no la entiendo", lamenta una vecina entrevistada.

Tapizadas de orina y excremento por las mañanas, las calles del cuadrante muestran un descuido que contrasta con las mejores épocas del corredor cultural, cuando "hasta parecía Tlacotalpan", según señala un gestor cultural, pues incluso la cromática de las casas y los establecimientos estaba cuidada.

Detrás de las chelerías y sus manifestaciones de violencia y desorden, no obstante, se encuentra lo que los vecinos y locatarios comprenden como una operación constante de narcomenudeo en la zona, evidente por la cantidad de motocicletas que pasan haciendo entregas, a altísima velocidad, todos los días y a todas horas, por el corredor supuestamente peatonal.

"No nada más estamos hablando de que se haya perdido el orden en los decibeles de los establecimientos, o se haya excedido el número de mesas por restaurante, o se esté incurriendo en horarios fuera de lo marcado por la ley; ésas serían infracciones, digamos, operativas, comerciales, mercantiles", explica una promotora cultural.

"Aquí no estamos hablando de eso. Aquí estamos hablando de algo, donde eso quizá es lo más evidente, pero que va mucho más allá de eso: tiene que ver con una zona que está en un absoluto caos, que es evidente para vecinos, locatarios, habitantes, transeúntes, que es sufrido por quienes somos asiduos a esa zona, pero que no se explica de otra manera más que suponiendo que los actores involucrados para que esto ocurra son muchos y están en contubernio", ahonda.

En el chat de la Autoridad del Centro Histórico, dependencia que encabeza Dunia Ludlow, la respuesta de la Policía capitalina nunca varía gran cosa: "Pasa la unidad"; "Se verifica"; "Se manda el apoyo"; "Se atiende"; "Se coordina"; aunque todo ello, como reclaman los vecinos ahí mismo, rara vez pasa y, si ocurre, no sirve de mucho o se reanuda al día siguiente.

En entrevista, y en el propio chat, los vecinos aseguran que, tras denunciar a través de la herramienta ofrecida por las autoridades, han sido fotografiados de manera abierta por el personal de las chelerías y por los motociclistas.

Los nombres de las personas que rindieron sus testimonios por este artículo, a petición de algunos de ellos, han sido omitidos por el estado de intimidación perpetua en el que viven.

"Elegimos esto porque sabemos que hablar en este contexto puede significar la muerte", señala una de las fuentes.

Cualquiera de las golpizas que señalan, semana tras semana, a las autoridades de la capital, podría llegar a ser la suya.

Historia de un abandono

Es difícil pasar más de una hora sobre el andador peatonal de Regina sin tener que esquivar una motocicleta que cruza, a alta velocidad, entre los comensales de los restaurantes, o a centímetros de niños que juegan en la calle.

 "Son motociclistas que pasan a toda velocidad y que, presumiblemente, incluso en ocasiones son detenidos, pero inmediatamente liberados, porque llevaban unas 'extrañas plantas parecidas a la mariguana'", señala una comerciante de la zona.

"Se trata de una conducta en la que insisten, en una plaza que es peatonal, donde incluso están puestos los postes que, en teoría, deberían evitar que automóviles, pero también motocicletas, entraran y salieran.

"Esto se ha señalado cientos, miles de veces a la autoridad, que primero decía 'en un momento acudimos', y acudían, 20 minutos después, pero acudían, y ahora ya ni siquiera acuden, porque ya está, o dado como normal, o suponemos, entonces, aceptado", describe.

Además de la evidente intención de realizar entregas de narcóticos en la zona, los vecinos también han señalado a las autoridades que, en ocasiones, los motociclistas van ostensiblemente armados.

Cuando alguien los confronta, estos suelen reaccionar aventando la motocicleta o con amenazas abiertas de agresión física.

"Eso es un ejemplo clarísimo de una violencia ya frontal hacia el ciudadano", señala.

El bullicio de motocicletas en la zona infringe el principio rector del proyecto que, a inicios de la década del 2000, intentó rescatar al Centro Histórico para los peatones, a través del establecimiento de diversos corredores culturales.

Desde el Colegio de las Vizcaínas, y en la zona delimitada por las calles de Mesones e Izazaga, la ebullición de manifestaciones culturales independientes de los 90 en esa zona encontró un aliado inesperado, en la década siguiente, en la Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, iniciada por el empresario Carlos Slim.

"Para lo de la calle de Regina, previo a esta iniciativa de peatonalizar la calle, primero hubo una inversión de la fundación, que empezó a comprar edificios. Su plan inicial, o su fórmula inicial, como lo anunciaban, eran edificios con rentas económicas, de alguna manera ideales para artistas", explica un gestor cultural con arraigo en la zona.

Estos planes, sin embargo, se llevaron a cabo sin la participación directa de los habitantes históricos del rumbo, lo que generó una primera oleada de salidas.

"Llegaron a decir que la calle de Regina iba a ser un corredor cultural, una calle que estaba llena de imprentas, que eran de vecinos que conocíamos de toda la vida y los sacaron, los quitaron, que porque iban a poner cafecitos, porque iban a poner un corredor cultural", recuerda una vecina con más de 70 años en la calle.

"Fue muy curioso cuando llegamos un lunes, un lunes antes de que se hiciera la calle peatonal y nunca nos dijeron, nunca nos dijeron que iba a ser una calle peatonal; nada más llegamos y como si estuviera bombardeada la calle", rememora también un comerciante del área.

Para amortiguar esta entrada y darle al corredor su nuevo talante, la Fundación del Centro Histórico, junto con el Fideicomiso del Centro Histórico, reclutaron a los espacios y gestores culturales que ya tenían presencia ahí.

Asimismo, se creó Casa Vecina, un espacio cultural para la promoción y difusión artística que, inicialmente, dedicó todos sus esfuerzos a la vinculación con el barrio.

A pesar de la incertidumbre inicial, los vecinos terminaron por abrazar la idea del corredor cultural.

"Fue padre, porque fue un proyecto que le interesó a todo el barrio, cuando realmente todo el barrio dijo 'qué bueno que nos tomen en cuenta y se va a hacer algo bueno para tanto niñito que hay en los edificios, que salen a jugar a la calle y qué mejor que vayan a Casa Vecina'", recuerda la habitante septuagenaria de Regina.

En su mejor momento, el Corredor Cultural Regina tuvo como polos a Casa Vecina, a la Clínica Regina -estos dos dos primeros, ya desaparecidos-, a la Hostería La Bota, al Claustro de Sor Juana y al Museo de la Memoria Indómita como principales articuladores de la vida artística del barrio.

En torno a ellos, más espacios culturales independientes, restaurantes de propuesta gastronómica, cultubares, cafés e iniciativas de distintos tipos tuvieron un breve periodo de esplendor.

Además de las personas del barrio y de los paseantes habituales del Centro Histórico, el Corredor Cultural Regina encontró en los estudiantes a su público ideal.

"Yo estando en la carrera, me encuentro con que acaba de nacer este nuevo Centro", rememora una egresada del Claustro de Sor Juana.

"Era una cara más clara, luminosa y frontal hacia la cultura porque daban cabida a creadores nacionales, pero también creadores extranjeros, pero también a gente que solamente iba en busca de caminar, platicar y sentarse a tomar algo, pero también a quien iba en busca de una propuesta cultural dura", describe.

Tras unos cuantos años, sin embargo, el apoyo institucional comenzó a menguar, se cortaron los fondos, y el corredor cultural empezó a dejar de serlo.

"Tengo una duda que nadie ha resuelto", dice uno de los gestores culturales asociado al inicio del proyecto. "Habría que pedirle a la Historia, a los que todavía pueden hablar de ella, que por qué tan rápido se clausuró el proyecto".

Para otros, es claro que se debió a que la Fundación Slim cambió de foco de interés a la colonia Pensil y las autoridades de la Ciudad dejaron de prestar atención y de otorgar presupuestos suficientes.

"El proyecto se debió a una alianza quien era en aquel momento la autoridad capitalina (primero, el hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador; luego, el hoy Canciller Marcelo Ebrard), y el mayor capital, no solamente de la Ciudad, sino del País", expone una promotora cultural.

"Creo que, en ese sentido, el proyecto del Corredor Cultural fue una ocurrencia, como son ocurrencia los aeropuertos, como son ocurrencia las refinerías, como son ocurrencia los trenes, para brillar algo que, entonces, lo propone la autoridad, lo respaldan los grandes capitales, se hace para brillar una cosa así grande, de cortar listón y decir 'mira toda la gente a la que se beneficia' y luego, ya que se cortó el listón y se apagaron los reflectores, y se acabaron las fotografías, pues ya no interesa", lamenta.

La ausencia de cultura, entonces, fue llenada por el crimen organizado, que encontró en la nueva cara festiva del corredor una oportunidad para enraizarse.

"Si usted viene a la calle en últimas fechas, dígame, ¿dónde está el corredor cultural? ¿Dónde está la calle peatonal? Al Fideicomiso se le fue de las manos", lamenta una vecina.

Indefensión

A la lista de agravios que soportan, cotidianamente, los residentes del ex Corredor Cultural Regina, se ha sumado una epidemia de acosadores sexuales que, aprovechando la falta de cuidado de las jardineras de la calle peatonal, se cubren detrás de las plantas crecidas para masturbarse en presencia de las comensales de los bares.

"No ha sucedido una, ha sucedido 'n' veces", lamenta una testigo de lo que ocurre, asegura, con frecuencia, los fines de semana.

Son los locatarios y comerciantes quienes, ante la falta de apoyo inmediato, incluso han llegado a los golpes con los agresores.

La respuesta de las autoridades siempre es la misma: "Pasa la unidad"; "Se verifica"; "Se manda el apoyo"; "Se atiende" y "Se coordina".

En los hechos, denuncian los vecinos, en esa y otras ocasiones, como siempre, se han sentido absolutamente indefensos.