Opinion

-Una ejecución propiciada desde Palacio

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miércoles, 27 febrero 2019 | 01:25

-Embarca Bachilleres a Cecytech

-Esperan guarderías con ansias a Ariadna

-La incongruencia del Secretario de Salud

No se les calentó la plaza al Fiscal General, César Peniche y al Comisionado Oscar Alberto Aparicio. Literalmente se les quemó.

No fue en Cuauhtémoc, ni en la carretera que conduce a Chihuahua el homicidio del Director Administrativo de la Policía Municipal de aquel municipio.

Fue en plena ciudad de Chihuahua, en la entrada noroeste, donde sicarios abatieron al jefe policiaco,  Efrén Peñaflores, y a uno de sus escoltas, que estaba desarmado. Muy extraño que el homicidio haya sido cometido en la capital.

Asunto de mucha gravedad, particularmente por las constantes denuncias mediáticas del alcalde Carlos Tena, en contra de la Comisión Estatal de Seguridad y la Fiscalía General, y su presunta connivencia con el crimen organizado.

Peñaflores y su escolta fueron compañeros de celda hace unos meses cuando junto con varios agentes más, tuvieron que pasar varios días en la cárcel, acusados del delito de portación ilegal de armas.

El pleito entre ambas instancias hoy subirá de tono, en vísperas de la visita del presidente López Obrador y el informe del gobernador, programados para el próximo sábado y viernes respectivamente.

Poco tendrá que informar el gobernador. La violencia se ha desatado ante la falta de control de la Fiscalía, de quien depende la Comisión Estatal de Seguridad, y los pleitos entre ambos titulares, como si no fuera poca la descoordinación y confianza propiciada por la ausencia de civilidad con la federación.

Los hechos son demostración palpable del fracaso de las acciones estatales de someter a los municipios con el tema de la seguridad.

Ejemplo lamentable del estado de zozobra e incertidumbre en que viven los chihuahuenses.

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En este marco, Javier Corral se desvive realizando actos de protagonismo en busca de reflectores, en lugar de ponerse a atender los asuntos de gravedad para la entidad, como es el caso de la violencia.

Se cuelga de cualquier suceso para llamar la atención. Hoy fue el soldado que heroicamente se envolvió en la bandera para evitar riesgo a unos niños que presenciaban el izamiento el pasado sábado, ayer fue Yalitza y mañana cualquier otro asunto que le reditúe likes.

Sin cuidar las formas, y aún convaleciente el joven militar, el gobernador con una pose de ingenuidad, se presentó en el hospital para tomarse la foto y video, que luego profusamente difundió a través de las redes sociales.

Ayer de nueva cuenta estuvo presente su nombre en la imaginación de la audiencia en la conferencia de López Obrador, con el asunto del grupo plural de contra peso al gobierno federal.

El tema fue tomado con mofa y escarnio por parte del mandatario. Ternurita le llamó al jefe del Ejecutivo estatal y a sus acompañantes en la misiva.

Les dijo Andrés Manuel en pocas palabras que no hicieran el ridículo con grupitos, desplegados o reunioncitas de intelectuales fifí.

Corral no se da cuenta que sus desplantes protagónicos sólo le pegan en su imagen. Ingenuo, se pone de pechito con el presidente, que le hace la verónica del arte taurino frente a decenas de miles de personas.

Por cierto, el asunto del soldado también fue tocado por el presidente, rindiendo un informe de su estado de salud y reconociendo su valor. Obvio, la audiencia la lleva de calle Andrés Manuel por naturaleza propia y alcance de su investidura.

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En el Sindicato de los Cecytech se preguntan qué pasó con sus homólogos del Colegio de Bachilleres, que primero salieron muy valientes a nivel nacional para exigir el pago de prestaciones, con el amago del paro de labores para este lunes pasado y a la hora de la hora se echaron para atrás.

Sobre todo cuando las prestaciones no fueron pagadas y sólo hay promesas de por medio por parte del Secretario de Educación, Carlos González. Es decir, les dieron atole con el dedo, y con eso se tranquilizaron.

Durante el lunes, Cecytech en sus diversos planteles hicieron paro escalonado y portaron un distintivo para demostrar su inconformidad por la reducción en el pago de prestaciones comprometidas.

En los Bachilleres ni una sola acción. Muy curioso, particularmente cuando la exigencia era al gobierno federal y no al estatal. De esquiroles no los bajaron por abandonar el movimiento genuino de protesta por parte de los trabajadores del subsistema medio superior.

¿Tendrá que ver esto también con el mote de ternurita?

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Los chihuahuenses esperan con ansia a Ariadna Montiel, la subsecretaria del Bienestar del gobierno federal.

Ella será una de las acompañantes en la gira presidencial del próximo sábado, que tendrá lugar en el Ángel, a un costado de Palacio de Gobierno.

Ariadna es una vieja conocida de los chihuahuenses. Fue la responsable de la campaña de Andrés Manuel en la entidad.

Entre otras promesas, en esa campaña se insistió que el programa de estancias infantiles no sólo continuaría, sino que se iba a fortalecer. Verdades a medias.

Ella es la ejecutora de la eliminación del programa de estancias infantiles, que lideraba la juarense Clara Torres, con quien echó pleito de los buenos.

En la entidad son más o menos doscientos cincuenta las estancias que están prácticamente en la indefinición. Los padres de familia de miles de niños no saben aún que es lo que va a pasar.

Porque por un lado se anuncia que el dinero les va a llegar directamente pero no tiene para cuándo, y muchos de ellos han tenido que soportar el pago de la estancia ya sin el subsidio federal.

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Ahora que los conflictos brotan por doquier en la Secretaría de Salud del Estado, no faltan los que recuerdan los tiempos en que el actual titular, Jesús Enrique Grajeda Herrera, pidió favores en su momento para lograr una jubilación a la que no tenía propiamente derecho.

Era el sexenio de César Duarte y el exrector de la Universidad Autónoma de Chihuahua, alejado de la vida pública, dedicado al ejercicio de su profesión en el Instituto Chihuahuense de la Salud, buscó precisamente a quienes manejaban la parte operativa del Ichisal, para arreglar los trámites de su retiro.

En parte tenía razón, por años de antigüedad no reconocidos al servicio del Gobierno del Estado y por su servicio público con licencia cuando ocupó algunos cargos dentro de la UACH, pero debió pedir favores y trato especial, de excepción, para lograr la jubilación de la que hoy goza, independientemente de su cargo de Secretario de Salud en este gobierno.

Los que tienen memoria ven ahora cómo Grajeda Herrera trata con la punta del pie a quienes son corridos y reinstalados sin prestaciones, sin pagos de salarios caídos, en condiciones desventajosas para médicos y personal de salud que pagan el precio de una desordenada y desorientada administración de los recursos durante el anterior y el actual gobierno.

Ni por recordar los viejos tiempos muestra algo de empatía el señor secretario, es la queja de quienes ven sufrir un calvario a los despedidos, a quienes reclaman atención, a quienes padecen las decisiones de una burocracia insensible y ajena a la realidad en tan delicado ramo de la administración pública.