Opinion
Crónicas de mis Recuerdos

Centenario Hospital Central a casi 123 años de distancia (Primera parte)

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/ El primer nosocomio en Chihuahua llevó el nombre de “Hospital Militar”, ubicado en el Antiguo Colegio de Jesuitas, Nuestra Señora de Loreto, donde hoy es el Palacio de Gobierno (Fototeca-INAH-Chihuahua.
/ Terribles calamidades llegaron a Chihuahua en los siglos XVIII y XIX (Fototeca-INAH-Chihuahua).
/ “Necesario era proporcionar a la clase desvalida que sufre, sin medios para atender sus padecimientos, un asilo amplio, cómodo y en las condiciones que la ciencia requiere; ya pronto se abrirá al servicio público el establecimiento con el nombre de Hospital Porfirio Díaz”: Coronel Miguel Ahumada, Gobernador del Estado (1892-1903), (Fototeca-INAH-Chihuahua).

Oscar A. Viramontes Olivas

domingo, 26 enero 2020 | 05:00

Hablar de la historia de la medicina en Chihuahua representa un tema apasionante y rico de eventos, que se fueron dando a lo largo del tiempo y de aquellos hospitales que se construyeron para dar cabida a todas las dolencias y padecimientos que la gente del antiguo San Francisco de Cuéllar (1709-1718), primero; San Felipe el Real de Chihuahua (1718-1823) después; y finalmente la ciudad de Chihuahua (1823), fechas donde se pudo encontrar refugio a todas las desgracias físicas, fisiológicas y mentales. Cuando las hojas del calendario marcaban la primavera de 1790, se iniciaría la construcción del primer nosocomio en Chihuahua que llevaría el nombre de “Hospital Militar”, que se ubicaría en el interior del antiguo convento de jesuitas denominado “Nuestra Señora de Loreto” por orden del Virrey de Revillagigedo, el cual iniciaría labores en el invierno de 1791 bajo la dirección del médico Gregorio Arreola durando hasta 1865, a pesar de los problemas financieros y corruptelas que se presentaron durante toda su existencia.

Algunas “maldiciones” divinas como solía decía la gente de aquellos tiempos se presentaban  por primera vez en este suelo seco y arenoso, y este mal fue la viruela que hacía presencia en el antiguo San Felipe El Real en el verano de 1793, la cual se prolongaría casi por 23 años y fue enfrentada con una vacuna traída del lejano país de España, sin embargo cuando esta enfermedad aparentemente había sido controlada, aparecía otra calamidad en estas tierras norteñas, se trataba de la “Fiebre Amarilla” que se extendería como “reguero de pólvora”, causando gran mortalidad entre la población a inicios de 1814 y por si fuera poco, el terrible sarampión “explotaría” para 1825, trayendo un incremento en los muertos y la atención médica que era casi inexistente en aquella época y para rematar con todo este rosario de penalidades, vendría la estocada final a la ya pobre y maltratada población de Chihuahua con la presencia del cólera morbus en 1849.

Años pasarían y cuando se asomaba el 24 de marzo de 1831 el Congreso local, ordenaría crear un nosocomio al que le denominarían “Hospital para los Pobres de Solemnidad” y cuyo antecedente provenía de la llamada “Casa de Obraje” que había sido establecida a mediados de 1780 en la capital del Estado, la cual posteriormente le cambiarían su nombre a “Casa de Hospicio y Caridad” que era una especie de “fábrica-cárcel”, donde se albergaría a los pobres y enfermos que no tenían cabida en ningún lado. Era un lugar indispensable para esas personas que ya estorbaban en sus casas y lo paradójico en muchas ocasiones, no fue exclusivamente para puros miserables, sino también refundían a gente que en su tiempo fue de abolengo pero que ya “sobraban” en sus opulentas familias. 

Vendría la administración gubernamental del general Carlos Fuero Unda en 1885, el cual dispondría que la recién creada “Casa de Beneficencia” promovida por su antecesor Antonio Ochoa (1873-1876), se convirtiera en el “Hospital Civil” y que el ayuntamiento de la ciudad se hiciera cargo de él, por ser uno de los servicios públicos propios de su incumbencia. Esta institución se establecería en una finca urbana que existía en el lugar donde después sería el antiguo Teatro de los Héroes, hoy Edificio Héroes de la Reforma. 

Posteriormente a la llegada de uno de los hombres más progresistas de aquel tiempo a la gubernatura del estado de Chihuahua, el coronel Miguel Ahumada Saucedo (1892-1903), se acordaría construir un edificio moderno para trasladar a la gente del Hospital Civil de Chihuahua hacia una nueva casa. De esta manera el ayuntamiento de aquel entonces presidido por don Ignacio Enríquez, destinaría y donaría un terreno para que se construyera en forma un hospital, éste era un llano apartado de la población urbana de Chihuahua el cual se le denominaba el “Llano de Aldama” o barrio de San Nicolás hoy la Obrera, terrenos que pertenecían a varios particulares los cuales, fueron justamente pagados después de un “estira y afloja” con las autoridades. De esta manera, el mismo gobernador ordenaría al ingeniero Enrique Esperón y al doctor José Trinidad Lemus, fueran los encargados de formular el proyecto y el presupuesto que le daría vida al tan urgente hospital en la ciudad.

Llegaría el tan esperado día y todos en medio de un solar cuya escenografía estaba representada por los emblemáticos cerros del Coronel, Santa Rosa y Grande, cuando el mismo gobernador Miguel Ahumada colocaría la primera piedra del que sería el nuevo hospital de la ciudad y que en un futuro, llevarían el nombre de “Hospital Porfirio Díaz” el 16 de septiembre de 1894. 

Era un día muy importante ya que entre los güizaches, el pasto y el polvo, empezaría a surgir desde las entrañas de la tierra un edificio moderno que albergaría la desgracia humana, provocada por las enfermedades físicas, fisiológicas y mentales; y en este sentido, el ingeniero Enrique Esperón, se encontraba completamente listo para dirigir la nueva obra en la paupérrima ciudad de Chihuahua, por lo que pasarían exactamente tres años de intensos trabajos bajo el sol quemante de Chihuahua, cuando el hospital quedaría concluido. 

Llegarían los albores de 1895 y para ese entonces, se encontraba casi lista la introducción de agua potable, lo que prometía ser un nosocomio moderno con todos los servicios; sin embargo en aquel entonces representaba una obra titánica el equipar al edificio con éstos que eran elementales para una construcción como la que se estaba edificando, pero con todo y los problemas que se presentaron de índole económica y estructural, la fecha tan esperada llegaría y al igual que la colocación de la primera piedra que había sido un 16 de septiembre, el año de su inauguración sería el de 1897, cuando el gran jefe don Porfirio Díaz Mori celebraba su cumpleaños en la Ciudad de México, pero acá en esta latitud, el gobernador coronel Miguel Ahumada Sauceda, aprobaría el Reglamento General del Hospital Porfirio Díaz cuyo artículo 3° establecía, que el nosocomio dependería directamente del Poder Ejecutivo Estatal, pero la administración y conservación correría a cargo del Ayuntamiento de Chihuahua.

Para el gran acto de inauguración, cientos de personas y todas las autoridades del Estado se darían cita en el solar donde más tarde sería la maternidad Regina, cuando el gobernador Ahumada inauguraría el nuevo y moderno hospital, que daría servicio a las clases más desprotegidas y cuyo costo final sería de $102, 699.00, el cual sería bautizado con el nombre de “Gral. Porfirio Díaz”. 

Ahumada Saucedo en su discurso inaugural al estar frente de todos los invitados, expresaba: “Necesario era proporcionar a la clase desvalida que sufre, sin medios para atender sus padecimientos, un asilo amplio, cómodo y en las condiciones que la ciencia requiere; ya pronto se abrirá al servicio público el establecimiento con el nombre de “Hospital Porfirio Díaz”. 

En contraparte, el doctor Ignacio Torres Ondovilla, presidente del Congreso local, daría respuesta al señor gobernador con las siguientes palabras: “La utilidad práctica que resultará de la solemne inauguración del Hospital “Porfirio Díaz” estará por encima de toda discusión. Grandiosa fue la obra, todavía ayer como utopía que hoy se convierte en una bella realidad, la que vendrá a probar a las venideras generaciones vuestro andar progresista y vuestra pureza administrativa, así como vuestra moral filantrópica”. De esta manera concluía Torres Ondovilla su discurso ante los cientos de asistentes. El evento se había terminado y cada quien empezó a recorrer las diferentes instalaciones del nosocomio; además, se anunciaba que el primer director del hospital sería el doctor José T. Lemus quien había sido director del antiguo Hospital Civil o Casa de Beneficencia…Esta historia continuará.

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Fuentes:

*Archivo Histórico de la Ciudad de Chihuahua, Cronista Rubén Beltrán Acosta.

*Fototeca del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Chihuahua.