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Daniel García Monroy
sábado, 06 abril 2019 | 19:54Nuestra civilización humana ha avanzado, qué duda cabe. Si Hitler hace 80 años no hubiese invadido Polonia, sino sólo expulsado y cerrado sus fronteras alemanas contra sus repelentes judíos, nadie hubiera pensado mal del enfermo-enano-ario-maligno. Si Stalin no hubiera (inocente-ilota) firmado el acuerdo con el Führer; --el pacto de no agresión Ribbentrop-Molotov, para repartirse Europa--, y sólo hubiese cerrado sus fronteras rusas al paso de ningún extranjero, progresando como país aislado en auge productivo-industrial que era ¿cuál posibilidad del regreso a la barbarie de la segunda guerra mundial?
La terrible ventaja que dio origen al brutal conflicto armado fue exactamente la acción contraria: no cerrar fronteras, no construir murallas, para así poder pasar con tanques, trenes y divisiones de cientos de miles de soldados para adueñarse de lo que no era suyo. –Con el estúpido muro de Trump, ¡ah como batallaría el ejército norteamericano para invadirnos!--.
Trump parece nazi, pero no es imbécil. Sólo es un bullyng monstruoso que quiere, necesita y busca a toda costa ganar su reelección el próximo año, provocando desde ahora –ganando tiempo al tiempo--, una artificial emergencia nacional en su normal y tranquila frontera sur, a la que ahora llama “maldita”. Todo es parte del show-bisnes, que le encanta como provocador-mentiroso que es, y del que siempre ha sacado raja política-empresarial. Tigre-ratón de red social. Su propósito es que su amado pueblo, el estadounidense racista y miedoso, no desaparezca del espectro electoral a su favor, por la frustración de la no construcción del muro-mexa, símbolo que fuera de la supremacía blanca. Le urge mantener la esperanza fantasiosa del líder multimillonario que todo lo puede a tuitazos. Asegurar su voto duro republicano para dentro de 17 meses, otra vez ganar. La fórmula es sencilla: a los blanquitos gringos hay que infundirles antipatía y más y más temor, venga de donde venga: China, Rusia, Venezuela, la Unión Europea, Centroamérica, México. Llegado el momento hasta el pacífico Canadá va ser un peligro para el otrora imperio, (pérense nomás tantito).
La amenaza trumpista bravucona, que no broma, de clausurar nuestra grandiosa y productiva frontera norte, no es un problema de México, ni en México. El problema es electoral interno en nuestro vecino del norte. En donde el querido Partido Demócrata norteamericano, que bien podría recuperar fácilmente la presidencia, si fustigara, pinchara inteligentemente la sensible-irritación contra Trump, que flota en el ambiente norteamericano, sin verse tal cuál su emblema de burro: medroso, dividido, desorientado.
Don Donald ha decidido que ya no quiere que lleguen hasta su reino los nuevos judíos del mundo: los migrantes pobres desahuciados en sus países de origen: principalmente de los “tres países mexicanos de centroamérica”. ¿Realmente se necesita mucha intuición para pensar que las nuevas caravanas migrantes hondureñas, salvadoreñas, guatemaltecas están siendo financiadas por el propio gobierno de Donald Trump? o ¿acaso el recorte presupuestal de ayuda estadounidense a Centroamérica no evidencia la intención velada de generar más crisis económica en la zona y con ello aumentar el flujo de migrantes depauperados en sus ciudades y pueblos de origen?
El señor presidente americano necesita un conflicto verdadero, real y fotografiable en su frontera sur, en la que no va poder construir ni una pinche cerca de madera de rancho, si no se dejan venir todos los pobres del mundo en seis meses. Muy pocos migrantes están llegando para que le crean su emergencia. ¡Apúrense, ahora es cuando, córranle todos los pobres de latinoamérica y del mundo! El presidente Donald Trump los necesita urgentemente cruzando México, para ganar fácilmente su reelección y hacer más y más negocios desde su fantástico y absurdo poder presidencial hasta el 2025.
Entonces ¿cómo vencer a mister Trump? Pues no, no se requiere ser Einstein. La solución es parar la migración por unos meses. Convencer a los migrantes que su intención de llegar al río Bravo es en este momento su peor enemigo. Porque sería darle la razón al fulanito que los quiere aniquilar para siempre con su maldito muro. Controlarlos, convencerlos, disuadirlos de su aventura actual por sumamente contraproducente. Si siguen llegando y pasando por nuestro hospitalario país de las visas humanitarias, eso y nada más haría perder para siempre la posibilidad de su sueño americano. Más humanitario sería que el lopezobradorismo inteligente bloqueara, sellara este año su frontera sur. Sería hasta una ficha dorada de negociación política en el casino estadounidense del señor del ridículo bisoñé anaranjado.
Será tan difícil generar una convocatoria tan sencilla. AMLO ya está deteniendo y repatriando a más migrantes que el gobierno del su antecesor Peña Nieto. La momentánea solución se está poniendo en marcha. La diplomacia deberá subsanar las heridas que tal acción provocará. Pero justo es el camino para vencer al amo del twiter y poder decirle: cerramos nuestra frontera sur, tal como usted quiere, porque lo queremos, lo queremos fuera del gobierno norteamericano en el 2021. México trabaja diligentemente para su derrota electoral mister Trump. No lo queremos en la casa blanca por otros larguísimos cuatro años.