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Opinion

Jardín de Niños Rayenari reconoce el amor y la dedicación de los abuelos

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Benito Abraham Orozco Andrade

martes, 21 noviembre 2023 | 05:00

Son múltiples e inevitables los sentimientos, las experiencias y las esperanzas que se tienen con los hijos que, como atinadamente me lo dijo el muy querido y siempre bien recordado don Leonel Hernández Borunda, cuando nació Luisa Fernanda, la primera de mis hijas, que desde que nace el primer vástago se acabó la tranquilidad, pero que también se tienen vivencias maravillosas.

Definitivamente, es cierto cuando se afirma que “los hijos no son de uno”, que son prestados, pues finalmente ellos son quienes decidirán sobre cómo será su transitar por esta estupenda y efímera existencia. No obstante, los valores y ejemplo que les podamos brindar en su formación como futuros ciudadanos, serán clave para definir la calidad de su aportación a la sociedad y, en su caso, a sus propias familias (cónyuges e hijos), así como el grado de bienestar y de felicidad que pudieran alcanzar en lo personal. Privilegiar sus buenos sentimientos y pensamientos, antes que cualquier satisfacción y/o ambición material.

Pero esa preocupación y cariño que experimentamos con los hijos, indefectiblemente se ven reflejados en los nietos, no digamos en mayor o menor intensidad, pero sí de manera distinta. Quizá porque, si como se ha mencionado, los hijos no son de uno, menos lo son los nietos. Sin embargo, la emoción que se tiene desde que se sabe de la venida del primero de ellos (de los nietos), es algo sumamente indescriptible, que inmediata y permanentemente invade agradablemente todo nuestro ser. Serán ya un orgullo y motivación perenne para los abuelos.

En ese sentido, el Jardín de Niños “Rayenari” [Sol], ubicado en el fraccionamiento Campestre II, de la ciudad de Chihuahua, nuevamente organizó, el pasado jueves, un convivio para los abuelos, con el propósito de reconocerles la importancia que tienen en la educación de los nietos. 

Para dar inicio al evento, la directora Gabriela Portillo, con la sencillez y amabilidad que le caracterizan —aunado a su notable profesionalismo—, dio la bienvenida a los abuelos, de quienes refirió su noble entrega en el cuidado y educación de los nietos, representando un acompañamiento y ejemplo favorable en la formación de los pequeñitos. Si bien, mencionó el cariño con el que los padres intervienen en la educación de sus hijos, y que es común que sean ellos quienes los llevan a la escuela, destacó que, al momento de ir a recogerlos, generalmente son los abuelos quienes acuden en apoyo de papá y mamá, ya que muchos de estos se encuentran trabajando y no tienen la posibilidad de hacerlo, con lo que, abuela y/o abuelo, se vuelven un factor clave para que los infantes puedan asistir al jardín de niños. 

Posteriormente, la maestra Portillo fue presentando a cada una de las educadoras, así como al caballero que brinda la asistencia general en las instalaciones y que, en su conjunto, integran un valioso equipo de trabajo para bien de los chiquillos. En lo personal, he tenido oportunidad de tener un mayor acercamiento con la directora y con la maestra Isela, que ha sido la titular del grupo donde asiste mi querida nieta Constanza Valentina, y ha sido muy grato el saber de la calidad humana y profesional de ambas, además de constatar el cariño y la amabilidad con el que tratan no sólo a los niños a su cargo, sino también a los padres y abuelos en general. 

Después, continuando con ese noble reconocimiento, los pequeñitos fueron deleitando a los abuelos con canciones y bailes, que disfrutamos con mucha emoción, al ver la inocencia y la alegría con la que se dirigían hacia nosotros. A continuación, vino el rally “Dame la mano abuelo” en el que, efectivamente de la mano de los nietos, abuela y abuelo fuimos pasando por diferentes estaciones y, con la temática y en el marco de los festejos de la Revolución Mexicana, nos fueron colocados o dotados, en su caso, bigotes, trenzas, cartucheras, rifles de juguete, caballos de palo, etc., para así, pasar a tomarnos la foto del recuerdo. Fue un convivio muy emotivo, en el que también se nos ofreció con el mismo afecto, café y panecillos.

Es de destacar, que es un gesto muy loable de parte de la directora, de las educadoras y del asistente general del jardín de niños en comento, el realizar el convivio que nos ocupa y que, hasta donde tengo entendido, no es parte de sus obligaciones laborales, sino de la nobleza de sus corazones, por lo que el agradecimiento es todavía mayor de quien esto escribe, así como de mi esposa e hija —y no dudo que también lo sea de todos y cada uno de los abuelos y padres de familia—. Ese detalle tan valioso, es una motivación para que los abuelos sigamos poniendo nuestro mejor esfuerzo y amor, en lo que en la formación de nuestros nietos nos atañe. 

Tratando el tema del papel de los abuelos en la educación de los niños, bien señala la educadora española y también abuela, Rosa Guàrdia, que: “Abuelos y nietos tenemos vidas vinculadas, ligadas pero independientes. Cuanto más rica sea nuestra vida, más rica será la relación con los nietos […] Las abuelas y los abuelos, con nuestras historias, valores, hábitos, somos una ventana a la herencia cultural. Aportamos orígenes, pasado, para reinterpretar en el presente de los niños. En tiempos de prisas y desconfianza, las abuelas y los abuelos podemos aportar calma y testimonio. Como maestros valoramos a los abuelos, con amabilidad, reconociéndolos, reconociéndolas” (Guàrdia, Rosa. “Niño y sociedad. La abuela que volaba. El papel de los abuelos en la educación de los niños de 0 a 6 años”. Revista Infancia, num. 223, 01 de julio de 2018, https://www.rosasensat.org/revista/infancia-223/).

Asimismo, refiere que: “Los nietos nos pueden llenar, terminar de llenar la vida, con su vitalidad y alegría. Pero el cuidado de los nietos también nos puede llevar al agotamiento. En mi trabajo como maestra me he cansado de ver abuelos, principalmente abuelas, que se hacen cargo diariamente de los nietos. No protestan, pero se las ve agotadas, a veces sobrepasadas por la tarea, por la actitud del nieto caprichoso, a veces déspota… Es una relación con sufrimiento y crispación. Con los abuelos ocasionales es más fácil provocar alegría, sorpresa, ilusión… Se hace necesario encontrar un equilibrio […] Como maestros, valoremos a los abuelos cada día, con amabilidad, con una sonrisa. Invitamos a pasar a los espacios donde sus nietos pasan el día. Es necesario que reconozcamos tanto su función como todo su saber” (ídem).

Plausible la entrega y preocupación de la maestra Gabriela Portillo y de su ejemplar equipo de trabajo, para hacer de los niños y de las niñas, futuros hombres y mujeres de bien.

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