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Olivia Aguirre Bonilla
sábado, 18 marzo 2023 | 05:00El día de hoy, quiero dedicar este espacio para hablar de una de las problemáticas sociales de las que no se habla mucho, quizá porque ha pasado desapercibida, se haya normalizado, o porque aparentemente no hay datos que alarmen, y me refiero al delito de trata de personas, que por cierto suele confundirse con el delito de tráfico de personas.
La trata de personas es toda acción u omisión dolosa de una o varias personas para captar, enganchar, transportar, transferir, retener, entregar, recibir o alojar a una o varias personas con fines de explotación, sin embargo, se contemplan once modalidades de la explotación, entre las que encontramos, la explotación laboral, la mendicidad forzada, el trabajo o servicios forzados, tráfico de órganos, tejidos y células de seres humanos vivos, el matrimonio forzoso o servil y la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, esta última mucho más visible e inclusive normalizada.
Mientras que el tráfico de personas se entiende como la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un país del cual dicha persona no sea nacional o residente permanente con el fin de obtener, directa o indirectamente, un beneficio financiero u otro beneficio de orden material.
Teniendo claro ambos delitos, es entonces que me posiciono desde la trata de personas con fines de explotación sexual, pues en esta modalidad, encontramos que en Ciudad Juárez, en el año 2019 se iniciaron 12 carpetas de investigación, en el año 2020 fueron 10 carpetas de investigación, en el 2021 fueron tres carpetas de investigación, y tan solo de enero a agosto de 2022 se llevaban 10 carpetas de investigación, dando un total de 35 investigaciones abiertas por este delito, según la información proporcionada por Dirección de Estadística Criminal de la Fiscalía General del Estado. Cifra que puede resultar mínima en comparación con otros delitos como el de homicidio, pero, tomemos en cuenta que hay una cifra negra, toda vez que es un delito que no se denuncia.
En el 2021 se posicionó al estado de Chihuahua en el tercer lugar a nivel nacional con relación a este delito, según el Diagnóstico sobre la situación de la Trata de Personas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Incluso a principios de año, salió a la luz pública el caso de Ximena, una joven de 20 años, quien habría sido víctima de una red de trata de personas que operaba en el Centro de la ciudad de Chihuahua, la joven llevaba seis meses desaparecida, quien regresó a casa porque sus captores la dejaron afuera de su domicilio, en un estado de salud delicado, con grave desnutrición, fracturas y golpes. Trascendió que contrajo SIDA durante los meses que permaneció privada de su libertad, sometida a toda clase de vejaciones sexuales, incluso la misma víctima señaló que la mantenían encerrada y que entraban 10 hombres al día, quienes la golpeaban y abusaban sexualmente de ella.
La red de trata de personas operaba libremente y desde la impunidad en la zona del Centro de la ciudad de Chihuahua entre las calles Juárez y Victoria, y si bien se encontraban abiertas tres carpetas de investigación relacionadas con el caso de Ximena, no fue suficiente, toda vez que no se actuó con la debida diligencia en el presente caso, ya que Ximena fue asesinada el miércoles 8 de marzo en el interior de una habitación en el Hotel Cortés de la zona Centro de la capital.
Precisamente, el caso de Ximena nos deja ver por qué hay tantas cifras negras en este delito, por qué razón no se denuncia, y es que no hay que ir muy lejos, por un lado, tenemos la desconfianza en las autoridades y por el otro el riesgo de perder la vida por denunciar.
La lógica que impera en este delito es precisamente la que nos señala Sayak Valencia en los usos predatorios de los cuerpos, los cuales son concebidos como productos de intercambio que alteran y rompen las lógicas del proceso de producción del capital, ya que la mercancía es sustituida por una mercancía encarnada literalmente por el cuerpo y la vida humana.
Definitivamente, se deben atender las causas de esta problemática, y para ello debemos voltear al ver a los consumidores, que son quienes demandan los servicios sexuales. Sin duda se requiere de manera urgente medidas preventivas para crear mayor conciencia, sensibilizar y desalentar la demanda que incentiva la explotación sexual.
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