PUBLICIDAD

Opinion

Una explicación sobre el agua

Es un momento propicio para invocar la profunda frase del Benemérito de las Américas, Benito Juárez: 'El respeto al derecho ajeno es la paz'

Juan Carlos Loera De La Rosa Político

domingo, 05 abril 2020 | 11:11

Es un momento propicio para invocar la profunda frase del Benemérito de las Américas, Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Revivir y entender plenamente el gran significado que tiene el buen entendimiento reflejado en el Tratado Internacional de Aguas celebrado entre México y Estados Unidos el 3 de febrero de 1944 es absolutamente indispensable, esto a propósito de los hechos violentos generados en la región centro-sur del estado de Chihuahua hace unos días.

El Tratado de 1944 regula los derechos de los dos países sobre los ríos Colorado, Tijuana y Bravo, considerando la conveniencia de su máximo aprovechamiento para usos distintos al de la navegación, llámese pues, uso agrícola y público urbano. Llegar a dicho punto no fue fácil, llevó su tiempo y  encontró oposición sobre todo del lado norteamericano, en California y Nuevo México, lo anterior hizo imposible (ya que no era conveniente) que se reconsiderara otro Tratado de Aguas, el de 1906, el cual le asigna al Valle de Juárez 74 millones de metros cúbicos anuales, volumen desde entonces insuficiente para satisfacer la demanda agrícola de la región; sin embargo, la buena fe con la que se negoció el tratado finalmente se impuso, y ha permitido desde entonces el sano entendimiento y buena relación entre los dos países al menos en el tema del agua.  

Mucho se ha dicho que el Tratado de 1944 es desventajoso para Chihuahua, en efecto lo es, pero en términos generales es mucho más benéfico para nuestro país, ya que en primer lugar existe una diferencia muy marcada entre lo que recibimos y lo que entregamos: mil 850 millones de metros cúbicos de aguas americanas hacia México a cambio de 432 millones de metros cúbicos de aguas mexicanas para Estados Unidos; en segundo lugar, dicho tratado le ha permitido a regiones fronterizas su desarrollo, en el aspecto agrícola particularmente el Valle de Mexicali pero también para el uso público, urbano y de consumo humano en las ciudades fronterizas de los estados de Coahuila y Tamaulipas.  

Una de las quejas de los usuarios de agua para riego en el distrito 05 es que el río Conchos es el principal tributario del lado mexicano para cumplir con el tratado. ¡Pero cómo no lo va a ser, si es el más caudaloso de los afluentes del Bravo! A esto se suma también el furioso reclamo de que el agua les pertenece, la razón en la que sustentan su inconformidad es porque si por ejemplo, llovió en Chihuahua y se almacenó en Chihuahua, el agua les pertenece; además rematan: “Ni una gota para Tamaulipas”. Desde luego que la furia ha sido alimentada de una manera irresponsable por políticos sin escrúpulos, carentes de sensibilidad que han llevado al filo de la navaja el asunto, ocasionando un problema donde no debería de existir, ahora sí que literalmente, están “acarreando agua para su molino”.

Existen elementos fundamentales que deben conocerse, el volumen concesionado para los productores agrícolas del centro-sur del estado está asegurado para el presente ciclo; de hecho, ante la escasez del recurso hídrico, el distrito de riego 05 es el único distrito en el país dependiente de las presas que tiene garantizadas al 100 por ciento sus necesidades para este año, actualmente el volumen almacenado en las presas Laa Boquilla y Las Vírgenes es más del doble del que tienen autorizados los agricultores,  y si bien es cierto que las presas requieren de un nivel mínimo de almacenamiento para no poner en riesgo su operatividad, también es cierto que descontando dicho volumen queda agua suficiente para abonar al tratado, a lo cual los productores se oponen porque argumentan principalmente que el agua es de su propiedad y también que la apertura de la presa no es necesaria porque con los retornos y escurrimientos es suficiente para la entrega a Estados Unidos.

Su primer argumento es evidentemente erróneo y fuera de la ley, y el segundo no es 100 por ciento objetivo porque está sujeto al temporal de lluvias y a los mismos sistemas de riego.

El asunto es que a diferencia de los argumentos de los políticos involucrados en este conflicto, no se debe esperar hasta octubre para la entrega. La Comisión Internacional de Límites y Aguas, organismo compuesto por una representación mexicana y otra americana ha establecido una calendarización de entregas mensuales, las cuales a la actualidad presentan un retraso considerable, entre más pase el tiempo, mayor es el riesgo de incumplimiento.

¿Se puede quedar a deber? No, las entregas del lado mexicano se miden en quinquenios, el acuerdo señala que no puede haber adeudos en dos quinquenios consecutivos, el anterior (2010-2015) tuvo un saldo negativo por lo cual, el actual (2015-2020)  debe cumplirse a cabalidad.  

¿Es cierto que el agua se va a Tamaulipas para riego agrícola? El Tratado establece que el agua entregada en el río Bravo se divide en tercios, dos de ellos para México y uno para Estados Unidos, suena bien, pero no tanto para Chihuahua, ya que en esas condiciones sólo una parte iría para el acuerdo internacional y el resto para su uso del lado mexicano. Y es precisamente este punto el más controvertido, el acaparamiento que pretende hacerse del recurso habla de un egoísmo y falta de fraternidad casi sin límites, las presas han sido construidas para dar prosperidad a las sociedades en su conjunto, no para beneficiar a unas y perjudicar a otras. La Boquilla, presa construida hace más de 100 años, ha contribuido de manera determinante y comprobada al progreso de la región, y por otra parte, la regulación del cauce ha evitado inundaciones y ayuda para hacer mucho más programable la agricultura en los valles al norte del Río Bravo. La idea de retener los cauces aguas arriba, de forma permanente y de que a las poblaciones –aguas abajo– les llegue solamente los sobrantes, no sólo es retrógrada, es injusta e inhumana; si así fuera, los verdaderos dueños del territorio (los rarámuri) también lo serían del agua y en base a esos “principios” manejados por los productores tendrían derecho a retenerla y entonces sí, otro gallo nos cantaría. Por cierto, aguas arriba de la presa han sido bloqueados y boicoteados proyectos de aprovechamiento del agua en caudales alimentadores del mismo Conchos, esto para beneficio únicamente de los productores del 05, esto ha sido un elemento para que río abajo haya prosperidad, pero agua arriba exista miseria. Añado que las ciudades y comunidades fronterizas de Coahuila dependen del agua del río Bravo para su uso público urbano. Acapararla en un lado o en otro es una postura muy poco fraternal entre ciudadanos de un mismo país. Decir que el agua es de Chihuahua equivaldría a decir que el petróleo es sólo de los tabasqueños, olvidamos que somos parte de una federación que constituye un país y que como tal todos los recursos naturales que se generen dentro de él forman parte del patrimonio de todos los mexicanos.  

Sin embargo, las condiciones actuales obligan a priorizar el manejo del agua para asegurar en primer término el uso agrícola en Chihuahua, el cumplimiento del tratado y el uso para consumo humano; bajo estas condiciones difícilmente alcanzaría para regar los campos de Tamaulipas.  

Ahora bien: ¿cuáles pueden ser las consecuencias de un incumplimiento? Ya no hablemos pues únicamente en términos de respeto a la ley, justicia y hermandad; ya que en términos comerciales, los mismos productores estarían posiblemente aplicándose un “harakiri”, esto acarrearía serios riesgos a las restricciones que se impondrían por ende para sus exportaciones, no lo sabemos, pero es una alta probabilidad.

Tanto productores como pobladores del Valle de Juárez están preocupados porque también estaria en riesgo el agua que les llega de Estados Unidos y que constituiría una represalia ante un eventual incumplimiento del lado mexicano.  

Es tiempo pues para un verdadero diálogo que ponga sobre la mesa todos los elementos anteriores, desde los técnicos hasta los humanitarios, sin soslayar que sobre los tratados internacionales, únicamente esta la Constitución, de ahí su vital importancia.  

Pero también es un momento idóneo para frenar el uso indiscriminado del agua, a la proliferación de concesiones que sospechosamente se entregaron en el pasado, al huachicoleo del agua. Es tiempo pues no sólo de replantear la urgente necesidad de tecnificar los sistemas de riego, sino también el cese a la producción nogalera que consume grandes volúmenes de agua, de hecho en el Valle Bajo de El Paso, Texas ya existe una estricta regulación a dicho cultivo que también se riega con aguas del Bravo.

Indudablemente que también se presenta la oportunidad para el cese a la explotación laboral de los jornaleros agrícolas migrantes, muchos de ellos de la etnia rarámuri, insisto, ellos son los verdaderos dueños del agua, hablando de un concepto técnicamente territorial, no obstante, sus derechos laborales son atropellados en las mismas zonas de riego, las condiciones de hacinamiento en los lugares que rentan, así como en el transporte hacia “la labor” son indignas y es ahí también donde los empleadores deben aplicarse ya que la fuerza laboral al igual que el agua son indispensables para mantener la riqueza regional y de la cual debe surgir también un justo reparto para arropar a través de mecanismos de compensación a las comunidades desprotegidas en las que se genera el agua de lluvia que fluye a los arroyos y ríos que finalmente alimentan a La Boquilla.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD